Este hermoso libro con texto de Adela Basch e ilustraciones de Roberto Cubillas fue publicado por AZ recientemente, en su flamante Serie del Boleto, con la dirección literaria de Silvina Díaz y edición de Luz Azcona.
El cuento tiene humor, ritmo y poesía (abundan las rimas internas y los juegos de palabras, recursos muy presentes en la prosa de Adela), y se complementa más que bien con las coloridas, divertidas y tiernas imágenes de Roberto Cubillas, repletas de los más diversos animales, desde elefantes hasta mosquitos.
Ya en la primera oración se establece el verosímil y se ubica el relato:
En un bosque fabuloso, donde los animales sabían hablar con palabras, conversaba todo el mundo, desde las mariposas hasta las cabras.
En ese bosque, de un color verde oscuro casi idéntico al del cielo nocturno, sucede algo imprevisto y sorprendente: ¡llega una nave espacial!
Todos los animales, que estaban reunidos para festejar el inicio del año nuevo, comienzan a imaginar cómo serán esos extraterrestres que vienen a visitarlos. Cada animal, en un primer momento, se muestra optimista e imagina que los alienígenas tendrán las mismas características que él: las serpientes piensan que serán inteligentes, el león que tendrán buen corazón, las hormigas que serán buenas amigas, y cada uno se imagina a esos alienígenas a imagen y semejanza de ellos... pero con trajes de astronauta (eso sí, a los aliens-mosquitos les cuesta picar, con la escafandra puesta).
Sin embargo, cuando efectivamente (con las doce campanadas del año nuevo) la nave espacial aterriza y los extraterrestres bajan, los animales comprueban que sus fantasías no eran certeras: los extranjeros interplanetarios son bien diferentes de ellos.
El optimismo de los primeros momentos da entonces paso al miedo, un pavor tan súbito e injustificado como la confianza inicial:
—Puede ser una invasión —exclamó el perro con una terrible expresión.
—No tenemos con qué defendernos —sollozó el conejo—, estábamos haciendo un festejo.
Y la conclusión de la historia sorprenderá una vez más a los animales... y también a los lectores.
Un precioso cuento, que se disfruta tanto en sus implicancias filosóficas como en la sonoridad de las palabras con que fue construido y en el cuidado devenir de las escenas ilustradas.
Recomendado.
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