La ciencia ficción y el fantasy dieron en el último siglo grandes sagas, tanto infanto-juveniles como in-LIJ. Hay muchos lectores que no leen ciencia ficción, por diversos motivos, y es una pena, porque se pierden de obras impresionantes. Además, no es tan distinta de una historia realista, una historia de ciencia ficción: la única diferencia es que el realismo se aplica a un mundo que no es el nuestro, o no exactamente. Eso hace que muchas veces “se pierda tiempo” contando cómo es el mundo, en lugar de darlo por descontado y centrarse en la acción y los personajes; pero los buenos autores ni siquiera pierden (casi) tiempo en contar el mundo nuevo, simplemente dejan que vaya mostrándose por sí solo a medida que la historia avanza.
Esta saga in-LIJ del autor estadounidense Orson Scott Card puede parecer LIJ, si uno está distraído, porque el protagonista, Ender, es en el primer libro un niño. Pero no se dejen engañar: la gracia de El juego de Ender es el delicado equilibrio (o desequilibrio) psicológico del protagonista, Ender Wiggin, siempre al borde de la locura, ahogado por la culpa, buscando redención, incomprendido, explotado, inteligentísimo pero a la vez lleno de carencias afectivas, heroico cuando los demás piensan que es un traidor y desertor cuando los demás lo consideran un héroe. Y eso es difícil de apreciar en su justa medida por un niñe (salvo que sea prodigioso, como Ender).
La idea base del primer libro es que en el futuro una especie alienígena, los insectores (parecen como una especie de enormes cigarras o mantis: no son nada bonitos, según los parámetros humanos) entran en guerra con los humanos, y cuando el ejército humano está a punto de ser derrotado, una maniobra brillante de un piloto, Mazer Rackham, les permite vencer. Sin embargo, se teme un nuevo ataque de los insectores, y se comienza a buscar y entrenar al nuevo salvador, un niño que se ocupe de vencer (esta vez, en forma definitiva) a los enemigos alienígenas. El niño prodigio Ender (“el terminador”, significa su nombre) es uno de los cientos de niñes candidatos que van a entrenarse en la “Escuela de Batalla”, practicando juegos de simulación de enfrentamientos que los van preparando para comandar tropas reales en una guerra real.
En esta saga se utiliza el ansible, la tecnología creada por Ursula K. Le Guin en sus libros del Ecumen (con títulos como La mano izquierda de la oscuridad, Los desposeídos, El nombre del mundo es bosque y algunos más) que permite comunicarse en forma casi instantánea, a velocidades mucho mayores que la de la luz. El autor nos presenta un futuro apabullantemente adelantado en lo tecnológico, pero en el que la humanidad sigue dominada por “antigüedades” incuestionables como la religión, el matrimonio, las disputas políticas entre potencias y la estupidez de los dirigentes.
La saga (multipremiada) comenzó en los años ochenta pero sigue creciendo hasta nuestros días. Tiene actualmente once libros y una veintena de relatos; la mitad de esos textos siguen a personajes secundarios de El juego de Ender, como el pequeño Bean, Petter Wiggin (el hermano mayor de Ender) o Mazer. Podríamos decir que la saga base tiene cuatro libros principales: El juego de Ender, Quien habla por los muertos, Xenocida e Hijos de la mente.
Lo sorprendente es que hay un libro que claramente es el mejor, en esta saga: le saca varias vueltas a los demás. Y toda la saga se estructuró a partir de ese libro, que originalmente no iba a ser parte de una saga, sino una novela sola. Ese libro puede leerse solito sin problemas (¡vale la pena!). Y, curiosamente, no es el primero, sino el segundo de la saga: Quien habla por los muertos (Speaker for the Dead es el título original; sé que lo tradujeron La voz de los muertos, pero no hace falta saber mucho inglés para notar que es una traducción pésima).
Cuenta la historia de un planeta lejano donde los científicos de una colonia portuguesa estudian a los seres vivos que viven allí, llamados pequeninos o, más informalmente aún, “chanchitos”, porque se parecen un poco a cerditos. La relación entre los chanchitos y los humanos es muy compleja (violenta incluso, en ocasiones), porque no se comprenden bien unos con otros (y los chanchitos estudian también a los humanos, en el intercambio). Paralelamente, aparece una especie de virus mucho peor que el covid, que amenaza con eliminar al universo si sale del planeta, y entonces el gobierno interplanetario humano decide, alegremente, hacer desaparecer el planeta entero. En ese marco llega Ender, que ya es un adulto mayor de más de 3.000 años (aunque aparenta menos: treinta y cinco nomás), que intentará evitar que se concrete el xenocidio (la eliminación completa de toda una especie alienígena) y comprender, al mismo tiempo, por lo que están pasando los científicos portugueses y los chanchitos, y en lo posible ayudarlos.
No voy a espoilear nada, pero es una gran novela. El final es muy emocionante, pero todo el libro es genial y su lectura se disfruta mucho. Los demás libros (en especial los que siguen a Speaker) son más morosos y filosóficos, más argumentativos, así que aunque no están mal, pierden un poco de la tensión narrativa que aquí no tiene pausa.
Y termino aquí la recomendación. Como bonus track, pueden luego leer la genial novela Los desposeídos de Le Guin, que cuenta la historia del científico que crea el ansible (en la luna anarquista de un planeta ultracapitalista).
Me cruzás la reseña con el ansible de Le in (que leí en La mano izquierda de la oscuridad) y en el camino me terminás convenciendo de leer dos libros, este de Ender y Los desposeídos. Qué hago yo ahora con el tiempo libre de lectura que no tengo?