Esta novela juvenil de Márgara Averbach fue publicada este año (2023) por Letra Impresa, en su colección Generación Z, con la edición de Julieta Mariatti, diseño de Gaby Falgione y corrección de Alejo Rodríguez de Fraga.
Márgara es, al menos en mi opinión, una de las voces más reconocibles de la literatura juvenil en castellano; es de esas autoras de las que puedo identificar que un texto es de ella con solo leer un par de páginas (o, a veces, con solo ver el índice, como en este libro). Esto me parece una virtud, pero claro que no significaría demasiado si los libros que hace no estuvieran buenos; por suerte para quienes leemos, sí lo están. Otra de las virtudes de Márgara como autora es que en sus obras siempre hay ideas, propósitos, motivos subyacentes: siempre hay un por qué contar la historia, una motivación narrativa (y filosófica) para contar esta historia en particular. A mí me encanta eso, me parece un gran atributo de su narrativa, menos visible (pero más importante) que algunos elementos puntuales que suelen aparecer en sus libros, como la organización del índice en cuatro partes (o 4 + 1, en este caso), la aparición de algunos colores (verde, violeta) o la presencia en algún momento de la historia de un listado (de ideas, de elementos, de posibilidades, de momentos) como forma de conocimiento privilegiada para enfrentar una realidad múltiple y compleja.
Aquí, Márgara nos presenta una novela polifónica (o coral, si prefieren): hay varios protagonistas adolescentes (cuatro, aunque al avanzar el libro serán 4 + 1), y cada capítulo del libro está titulado con el nombre de uno de esos personajes, y cada capítulo está narrado en primera persona con la voz (la voz mental, digamos) de ese personaje. Eso implica que a lo largo de la novela haya muchos narradores diferentes (seis, en este caso, porque hay un capítulo narrado por Ana, uno de los personajes adultos). No es frecuente, encontrarse con novelas así. ¿Por qué? Bueno, probablemente sea porque escribir una buena novela polifónica es muy difícil. Ya es difícil escribir una buena novela con un solo narrador o con dos; ponerse en la piel de muchos personajes, cada uno con una voz propia y diferenciable, cada uno con una forma distinta de ver el mundo, y lograr que el lector los distinga, los comprenda y los aprecie, y a la vez contar una única historia que va ocurriendo mientras se engarzan, como cuentas de un collar, las voces de todos esos personajes... bueno, es algo muy difícil de hacer, se los aseguro. Y Márgara lo hace maravillosamente bien, en particular en sus obras juveniles (solo por mencionar dos de mis favoritas, El año de la Vaca y la saga fantasy de Los cuatro de Alera).
La historia que se cuenta en Desde el rincón transcurre en un colegio secundario (un lugar no necesariamente colorido y feliz, en las obras de Márgara) y está protagonizada por adolescentes (una etapa de la vida crucial para descubrir las verdaderas reglas del mundo y, al alinearnos o enfrentarnos a ellas, la propia identidad, saber quiénes somos); en un pueblo (una ciudad pequeña del Interior) y en una época precisa (los noventas, aunque lo que se relata podría ocurrir hoy, sin demasiadas modificaciones). En ese pequeño universo hasta entonces tranquilo ocurre un hecho que cambia las cosas: llega una estudiante nueva, Ra. Como viene de Estados Unidos (es argentina, pero su familia migró por razones laborales), es canchera y es linda, pronto es cooptada por el grupo de las chicas “populares”, lideradas por Ale, que toman a Ra, “naturalmente”, como una más de ellas.
Pero sucede algo, un evento preciso que hace que Ale repentinamente rechace a Ra, y que ese deslumbramiento inicial se convierta en odio. El motivo de ese rechazo es un misterio en los primeros momentos, pero finalmente se conoce, y está relacionado con una discriminación y un prejuicio (estúpido y anacrónico, como los prejuicios fueron siempre y siguen siendo; porque aunque a veces nos creemos que vivimos en el siglo XXII, lo cierto es que estamos más cerca de seguir habitando en los arrabales del siglo XIX).
Ese rechazo de Ra, que se vuelve de repente una especie de paria en el colegio, hace que, en forma un poco casual y un poco inevitable, alrededor de ella se aglutinen los demás parias, los demás freaks y marginados del curso: desde el rincón llegan Edu, Brisa, Marc. Junto con Ra formarán un grupo, Los Cuatro del Rincón, que buscarán simplemente (pero qué dificil es) superar el miedo que los rodea y los ahoga; para ello deberán tomar decisiones, enfrentar la violencia inesperada y reconocer un creciente peligro que amenaza no solo el desarrollo de su año escolar, sino su vida entera.
Brisa, Edu, Ra, Marc: a cada uno los vamos conociendo y queriendo, a medida que avanza la historia. Cada uno, hasta el más introvertido y solitario, tiene una voz especial y tiene algo importante que decir; cada uno va cambiando, a partir de los sucesos de ese año clave en el que aprenderán a confiar, a pelear codo a codo, a ponerse en los zapatos de otro, a resistir, a enfrentar al miedo, a descubrirse. E incluso Ale, que parece en el comienzo de la historia una chica odiosa y superficial, se transformará ante nuestros ojos en una persona más compleja y entendible de lo que creíamos posible.
Una gran novela polifónica de Márgara Averbach, no se la pierdan.
Recomendada.