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Amaryllis

Este hermoso libro-álbum de Germán Machado y Anna Aparicio Català fue publicado por Thule en 2019 y cosechó una buena serie de premios incluso desde antes de existir, pues las imágenes que fueron la base del libro fueron premiadas en sendas competencias en Corea y China. Efectivamente, este es un caso en el que las imágenes vinieron primero y el texto fue pensado a partir de ellas; crear a partir de la obra de otra persona es algo a lo que están acostumbrados los ilustradores, pero no tanto los escritores, y aquí Germán nos hace quedar bien, pues el resultado en Amaryllis es un álbum precioso, en donde no se notan costuras ni emparches, sino donde imagen y palabra avanzan juntas en diálogo sorprendente.



Quien protagoniza este libro es un ser rojo que bien podría ser un alienígena humanizado, una cebolla brotada o una mancha de tinta, pero gracias al título y la presentación descubrimos que se trata de un bulbo de belladona (Amaryllis belladona). Es decir: no es una flor, pero tiene la capacidad de llegar a serlo: es una flor futura. Este sonriente bulbo sale de su casa y comienza a recorrer el bosque, encontrándose allí con diversos seres, algunos amistosos, otros amenazantes, otros enigmáticos, que lo irán acompañando mientras avanza por paisajes de una vegetación conocida pero a la vez extraña, extrañada, metafórica.



Esto se relaciona con la particular técnica plástica que eligió Anna, superponiendo digitalmente una plancha roja con otra verde, como una serigrafías a dos colores, lo que da como resultado imágenes en colores mate, crema, verde oscuro, rojo, negro (obtenido al superponer el verde con el rojo); el resultado es muy atractivo, pues ese viaje por el bosque se siente casi como ir avanzando por las páginas de un sueño, por momentos oscuro e inquietante, siempre esperanzado en lo que vendrá, en esa búsqueda que emprende Amaryllis por descubrir quién (o qué) es.



Al llegar a la mitad del libro, sin embargo, el bosque queda atrás y Amaryllis, de frente al cielo estrellado, se enfrenta a una campana lejana, como una gota-estrella en la negrura, y hacia allí va.


Para seguir adelante,

deberá buscar pequeñas luces

en donde todo se cubre con una horrible oscuridad.

Y salir. Y seguir. Caminar.


Así llega a otros caminos, otros paisajes, un pueblo. Y entonces llega la “puesta en abismo”, un juego de cajas chinas visuales (también llamado “efecto Droste”, por una marca de cacao en cuya lata un personaje sostenía la misma lata con el mismo personaje (más pequeñito) que sostenía la misma lata, y así al infinito).



Pues el bulbo rojo y todo su paisaje aparece como parte de una falda, y esa falda, al alejarse, muestra a quien la lleva puesta, un personaje femenino (que, aunque no se lo diga, sabemos que es también Amaryllis, en otra forma, en otras palabras).



En la falda de Amaryllis, bien pequeñito, seguimos viendo a la cebollita roja en el bosque, y la mujer se enfrenta (¿una vez más?) con otra gota-paisaje en la negrura, “Un lugar como un jardín contra la soledad”, y hacia allí va decidida (¿de nuevo?) para llegar al fin (¿una vez más?, ¿por vez primera?) a casa.


En fin: un gran álbum, impecablemente editado por Thule, que va directo al estante de los libros bellos y allí se quedará, hasta que él mismo decida salir a recorrer el mundo.

Recomendado.

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