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Qué asco de vida


Sigue la serie sobre libros huérfanos con esta novela de Franco Vaccarini que salió recién recién (agosto de 2019), publicada por SM en su colección Clásicos Contemporáneos, con la dirección literaria de Cecilia Repetti y la edición de Silvina Díaz.

En realidad, es un libro casi huérfano. En primer lugar, porque la editorial que lo publicó, SM, hace pocas semanas casi cerró, pero en realidad no cerró-cerró, sino que echó a la gran mayoría de sus empleados (la editora, la jefa de diseño, el coordinador gráfico y la correctora que trabajaron en este libro entre ellos) y anunció que encararía una “nueva forma de presencia” en la Argentina. Una nueva forma que no sabemos cuál es (no lo sabemos nosotros ni, aparentemente, ellos, pues dijeron que recién ahora se pondrán a pensarla).

Y porque el protagonista, Andrés, es un jovencito que sí tiene padres, pero que es enviado por ellos muy lejos, a estudiar idioma francés a la ciudad de París, con la esperanza de que así se recupere de la depresión en que se halla sumido tras haber sido dejado por su novia Ariela y salga de ese “asco de vida” del que no parece poder librarse por sus propias fuerzas. En la gran Ciudad Luz, Andrés, casi huérfano y por las suyas, comienza su estadía en la residencia de madame Monique, una casa oscura, vetusta, lúgubre, con un inquilino visible que mastica con la boca abierta y otro habitante, oculto y siniestro y tal vez apenas soñado, que ronda las sombras con su “nueva forma de presencia” que es humana, pero no exactamente, o ya no del todo.

Paralelamente, Andrés conoce a otra gente, hace nuevos amigos (entre ellos Pauline, una chica con quien rápidamente pega onda) y descubre una trama oculta que lo conecta, improbable pero ineludiblemente, con el colapso de la central nuclear de Chernobyl muchos años atrás (en una gran casualidad, Franco escribió esta novela corta poco antes de que surgiera la mundialmente exitosa miniserie televisiva sobre Chernobyl) y que hace que se sienta él también, de una forma indefinible pero innegable, también transformado, radiactivo, tóxico, también en la inminencia de un cambio hacia lo monstruoso.

Un gran manejo de los climas y del suspenso, una escritura fluida y bella, unos personajes entrañables y creíbles y un toque de terror siniestro hacen de este libro uno de los más originales e interesantes que leí en los ultimos tiempos.

Tras la novela de Franco, y acompañándola, y asociada a ella en una forma sutil pero cierta, aparece (precedida por un muy buen estudio crítico de Rosario Troisi) otra nouvelle de otro Franco, Franz Kafka. Se trata de la famosa obra conocida como “La metamorfosis”. Sucede que a la traducción del original alemán la hizo... quien aquí escribe.

Así que discúlpenme el minuto de autobombo para contarles que estoy muy contento con cómo quedó esa traducción, que tiene el título correcto que le puso Kafka a su libro, La transformación, y en la que intenté, en vez de “arreglarle” la prosa a Kafka (lo que hace el 99% de los traductores de Franz) reflejar su tan particular y extrañada y “desterritorializada” forma de escritura, con esa sintaxis mutante y quebrada, las proposiciones incluidas hasta el infinito unas dentro de otras, los neologismos y frases hechas y tosquedades y repeticiones y, en fin, todo eso que vuelve a Kafka un escritor genial, al que quienes lo leímos en castellano nunca conocimos, porque creímos que estábamos leyendo a Kafka pero en realidad leíamos traducciones acomodaditas para dejarnos tranquilos.

Si pueden y quieren, lean esta traducción y coméntenme qué les parece. Por lo pronto, fue toda una apuesta, por parte de la editorial, permitir que saliera publicada: hubiera sido mucho más fácil y “seguro” publicar una traducción similar a las muchas que ya existen (igual no se atrevieron a romper del todo con la tradición, y la obra de Kafka se sigue nombrando La metamorfosis en varias partes del libro, incluida la tapa).

No voy a hablarles de esta obra, porque ya me extendí mucho y porque es muy famosa, pero les aseguro que vale la pena leerla y releerla, hoy más que nunca. Te pone la piel de gallina, leer La transformación. O de algún otro bicho sin nombre.

Y ya me callo por fin. Busquen en las librerías Qué asco de vida (no esperen que se los vaya a ofrecer un promotor, porque van muertos) y léanlo y siéntanse afortunados y sumérjanse también en esas otras formas de presencias que la realidad irradia pero solo la literatura puede contar.

Recomendado.


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