Este pequeño libro (pequeño de formato, porque en lo demás es un gran libro) fue editado en 2014, pero yo lo tengo desde hace poquito, así que lo comento ahora J.
Se llama Tijeras, poema de Germán Machado, ilustraciones de El Esperpento (Mauricio Andrés Micheloud), publicado en Ediciones de la Terraza. El libro recibió varios premios, entre ellos el de mejor libro publicado en Córdoba en ese año.
Se trata de un largo poema subdividido en once partes. No hay puntos (es una única oración sin cortes, el texto), pero cada parte ocupa una página, está enfrentada a una imagen (bellas, sorprendentes imágenes en collage de El Esperpento en las que las tijeras van y vienen, se esbozan, se divierten, se esconden, se sugieren, reaparecen) y comienza, invariablemente, con la palabra tijeras (cada vez, con un color distinto, esa palabra, haciendo juego con una tonalidad presente en la ilustración de la página contigua).
El texto es precioso, lleno de sonoridades, de ritmo, de rimas internas, de imágenes precisas, de pequeños juegos de sonido y sentido que hacen muy disfrutable la lectura (si esen voz alta, mucho mejor). Por darles un ejemplo, de una página cualquiera, díganme si no pueden escuchar el ruido de las tijeras al cortar, mientras leen:
tijeras con pestañas
que rasguñan y escarban
que desgarran
y al ras
sacan las garras
mientras gruñen
las uñas
de los dedos del pie
Y así, parte a parte se va recorriendo diversas tijeras: de costura, de cortar papel, de cortar piel, de cortar cabello, tijeras de zigzag, de cocina, de disección… Uno al comenzar el libro se preguntaba quizás: “Pero ¿tijeras? ¿Son tan importantes las tijeras como para dedicarles un libro?”. Porque son un objeto común, un objeto cualquiera…
Eso parece, pero no: al leer nos damos cuenta de que esos objetos están asociados a una acción, cortar, y por lo tanto las tijeras precisan, para existir realmente, ponerse en acción, ser utilizadas (o haber sido puestas en acción) por una persona, que esa persona sepa cómo usarlas… Todo un mundo se abre ante nuestros ojos, como si el poema cortara un velo ante ellos que nos impedía registrar lo significativas e importantes (y a la vez, bellas, macabras, delicadas, bestiales, coloridas, sutiles) que pueden ser unas simples tijeras.
Mientras leía, este poema me hizo sinapsis con otro poema del “otro” Machado, Antonio: “Las moscas”, ese que comienza “Vosotras, las familiares / inevitables golosas, / vosotras, moscas vulgares / me evocáis todas las cosas” (Alberto Cortez lo musicalizó, Serrat lo cantó también) y en el cual la presencia de las moscas va conectando al poeta con todas las etapas de su vida, con todos los lugares en donde estuvo. De la misma manera, a Machado (Germán) las tijeras le sirven como puente, como enlace para unir (oh paradoja) situaciones, recuerdos y ámbitos diversos; como si fueran un símbolo del mundo entero, un Aleph filoso.
El libro fue publicado bajo licencia Creative Commons (eso significa que su lectura y difusión es libre y que a nadie meterán preso por fotocopiarlo ni por leerlo en la web (aquí abajo está el link para verlo online) ). Pero si pueden conseguir el libro, el objeto libro, les aseguro que no se arrepentirán, porque es precioso: pocas veces un cuadradito de 9,5 cm por 9,5 cm es capaz de generar tanta satisfacción en nosotros, la-gente-a-la-que-le-gustan-los-libros; sus hojas no están cortadas, de forma que uno puede extender la larguísima tira de cartulina doblada en un círculo interminable, de más de dos metros de circunferencia, y hacer algo que uno a menudo quiere pero casi nunca puede hacer: meterse dentro del libro, atravesarlo como a una frontera, ver todas sus imágenes y leer todas sus palabras sin necesidad de dar vuelta las hojas, sentirse un poco Alicia entrando, a través del espejo, en el país maravilloso de las tijeras vivientes. ¡Yo lo hice, se los recomiendo!
O, si uno tiene un TOC importante, también puede agarrar una tijera y cortar cada hoja, claro que sí, para que el mundo se encarrile nuevamente en sus cabales.
Y si no son, como yo, de los que pierden el sueño por tener un libro en su propio estante, tengan en cuenta esto: quien regale este libro, tanto a un niño como a un adulto, quedará como un rey. O como una reina.
Ya la corto: ¡recomendado!